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Los negacionistas del machismo

  • Foto del escritor: Agustina la prende pueblo
    Agustina la prende pueblo
  • 17 mar 2019
  • 11 Min. de lectura

Me acerqué por mera curiosidad al negacionismo como movimiento político hace unas semanas. Conocía el término pero no podía llegar a imaginar que sería tan relevante para poder explicar tantas de las circunstancias en todos estos años. Si bien es cierto que el negacionismo no se centra en una temática concreta, su estudio como indicador social me parece muy descriptivo, porque es simplemente eso, una descripción diagnóstica. Quiero resaltar que no procede a una solución, sino a un enfoque.


El negacionismo se mueve entre la conspiración, la maldad y el miedo a perder el control. Podemos nombrar grupos muy conocidos, como por ejemplo: los negacionistas del holocausto, los terraplanistas o los antivacunas. Los primeros dicen que el holocausto es una creación para victimizar a los sionistas, los segundos que la tierra es plana porque distintas organizaciones pretenden conspirar contra nosotros a través de grandes engaños estratégicos para el control de masas y los últimos, que los tratamientos médicos preventivos son una forma de envenenarnos y que lejos de curarnos, nos pueden enfermar.


Aunque en este caso y por motivo del autobús de Hazte Oír sobre el feminismo, hablaré de los negacionistas del machismo. Las mujeres víctimas de violencia de género no solo se tienen que enfrentar a su agresor, al sistema judicial y al juicio moral popular, sino que  además se tienen que enfrentar a esta gente que les dice literalmente que lo que sufren, han sufrido y sufrirán  muchas otras, simplemente, es una invención con perspectiva ideológica; una interpretación indebida de los hechos.


Empezaré esgrimiendo alguna que otra verosimilitud sobre esta modalidad del negacionismo, porque es necesario conocer cómo funciona el proceso cognoscitivo sobre este tema. Podríamos decir que hay varias formas más o menos notables, que cualquier persona puede observar con algo de paciencia y Almax.


Negar la existencia del machismo: La negación explícita de la violencia machista es más bien poco común en términos generales. Es extraño encontrarte a alguien que afirme rotundamente que el machismo no existe. Sin embargo, es algo que he observado y su objetivo es el siguiente: si negamos la existencia del machismo, negamos la necesidad del feminismo. El feminismo, por tanto, queda relegado a una ideología paranoica, enfermiza e innecesaria que pretende cambiar algo que, simplemente, no existe. Es decir, no reconocen el impacto del machismo para no tener que reconocer la posible necesidad del feminismo. Es el camino más fácil, porque no es necesario argumentar sobre algo que simplemente no existe. Sería equivalente a discutir la necesidad de reconocer los derechos humanos de una piedra o reconocer el derecho a tener padre y madre de un unicornio.


Afirmar su existencia en espacio-tiempo: esta es una de las más habituales, junto a la siguiente. Afirman la existencia del machismo sin ninguna duda, pero se ubica en un espacio-tiempo concreto. Pongo un ejemplo: “el machismo es el islam“, por tanto, el feminismo y su intervención deben centrarse allí: “en el islam“. O por el contrario, debe centrarse o recordar el feminismo de antes que es el que “consiguió el voto en el pasado“. Una vez conseguidos derechos negados, la igualdad ya existe. Por tanto, el objetivo de este negacionismo no es negar per se el machismo, sino ubicarlo en tiempo y espacio para negar su existencia presente, reafirmándose en su existencia pasada. Es decir, feminismo sí, pero en X lugar concreto y en X época específica. En definitiva, reducir la percepción del impacto del machismo para reducir el espacio de intervención del feminismo.


Calcular la violencia: esta forma de negación se traslada sin duda a la comparación. Es decir, construir un discurso que equilibre el impacto de la violencia sobre la mujer y la violencia sobre el hombre como dos problemáticas diferenciadas que pueden ser sopesadas en la misma balanza. Problemáticas que en el fondo no tienen orígenes distintivos, ni rasgos identificativos, ni orígenes culturales, políticos, sociales o económicos, sino que la distinción ha sido forzada por una ideología que pretende “culpar a los hombres” cuando en realidad, son tan agresores como víctimas. Simplemente es lo mismo. Además se hace ese discurso desde una autopercepción muy endiosada. Desde una lógica: “yo estoy en contra de la violencia“, una especie de status superior moral que le ubica en un lugar por encima del bien y del mal en que esa persona afirma no conocer violencia que le guste, que violencia hay una y que defender posturas ideológicas sobre una violencia concreta, sea más o menos mayoritaria, es insolidaria con las demás. Porque el objetivo de este tipo de negacionista es despolitizar la violencia machista y borrar por completo el objeto de discriminación, solo para dejar de ser sociológicamente el autor de la propia. Es muy fácil encontrar la coherencia en el cinismo porque es frívolo, trivializa y es tremendamente superficial.


YouToo: este tipo de negacionismo se centra en culpar al colectivo víctima de esa discriminación. Podremos escuchar de forma bastante cotidiana: “las mujeres también son machistas” o incluso que son “más machistas“. Además como el machismo es de transmisión intergeneracional y son las mujeres las que tienen el rol tradicional de educar a la descendencia, son ellas -y no los hombres- los que educan en el machismo. Así que las culpables son ellas. A eso en psicología se le llama: “locus de control externo“: Es el mundo que conspira y yo no puedo hacer nada. Lo curioso del caso es que una mujer al hacer un comentario machista o tomar por bandera una actitud machista, a la primera a la que perjudica es a ella misma, con lo cual, el argumento de “ellas también” o “ellas más” es una forma de soltar lastre. Principalmente porque los que asesinan, violan, maltratan y vejan a las mujeres no son ellas, sino ellos. El feminismo no niega la implicación o la complicidad de las mujeres en el patriarcado, os garantizo que son plenamente conscientes de ello, lo que niegan es que obtengan beneficio propio.


Aliados: por supuesto el machismo existió, en un espacio-tiempo concreto, ahora también, pero en ellos no hay atisbo de tal maldad injustificada. Este es el argumento por el que muchos hombres creen haber vivido o vivir en una familia igualitaria, porque le hacían la cama a su madre, le planchaban la ropa a su novia y aprendían a hacerse un huevo frito, es el nuevo discurso machista. Hombres que hacen cosas y quieren su debido reconocimiento. Lo que dicen es que efectivamente puede haber algo parecido a un 50/50 de trabajo efectivo del hogar, eso puedo llegar a creérmelo. Lo que no dicen es que las mujeres siguen encargándose del 100% del trabajo organizativo doméstico. Una mujer, como mínimo, se encarga al 100% de la organización y de un 50% de trabajo real, siendo muy optimistas. Ahora lo que hay son hombres buenos que no son capaces de hacer una lista de la compra o de tener la iniciativa de fregar, hasta que su mujer se lo notifica por burofax, si no está a punto de morir porque tiene 37’1 de fiebre. De estos hombres aliados de la igualdad, curiosamente, dan más ganas de divorciarse que del que no hace nada.


La racialización del machismo: Este modelo niega el machismo en Occidente, resalta el machismo del pasado sobre algunos temas en concreto, al tiempo que afirma su existencia en las demás culturas. Traducción: ahora no hay machismo, en el pasado lo hubo en algunos casos y la culpa del crecimiento del machismo es de los migrantes que solo traen desgracia. Es decir, racializa y destaca la procedencia del machismo. Por otro lado, todas las políticas de igualdad dirigidas a ello son innecesarias, porque la solución pasa por echar a todas esas personas que proceden de países que sí son machistas. Hay una unificación discursiva muy clara entre procedencia, raza, cultura y machismo.


Las hormonas machistas: El machismo sí existe, pero hay cosas que pueden ser explicadas sin el feminismo. No solo lo explican mejor, sino que el feminismo es un discurso paranoico que atribuye machismo a cuestiones que son connaturales a los hombres. La cultura de la violación y la pedofilia no existen, simplemente es una cuestión biológica de los hombres, instintiva y hormonal. Con lo cual hay un intento -bastante fructífero, por otra parte- de extender la idea de que la violencia ejercida por los hombres tiene un carácter biológico que, sin duda, es moralmente cuestionable, pero inevitable. Y como tal, ese carácter “imposible” pretende torpedear las políticas educativas, porque ¿para qué queremos políticas educativas si es connatural al hombre? Este modelo de negacionismo no niega per se el machismo, lo construye como un proceso natural moralmente cuestionable.


La biología machista (cerebros de hombres y mujeres): Además de ser bastante habitual defender esta idea, lo cual ya es conocido desde hace décadas que no hay nada más lejos de la realidad, ni con la más mínima explicación y base científica, se sigue utilizando para explicar y justificar la conducta violenta de los hombres. Por otro lado esta idea es inversamente proporcional a la no culpabilización, porque si violar es una conducta habitual en los hombres ¿todos los hombres somos potenciales violadores? En este caso, la premisa de la diferencia mental es tan y tan precaria que normalmente va acompañado de un discurso emotivo: “los hombres y las mujeres somos diferentes, pero eso es lo que nos convierte en iguales“. Discurso emotivo más diferencias naturales. Una manera más de no negar el machismo per se, sino de convertirlo en una cuestión genética.


NotAllMen: cuando individualizamos restamos relevancia a un movimiento que habla de colectividad y conducta social. Prácticamente niegan la sociología, la construcción de la sociedad, la normatividad social… en definitiva, la realidad. La familia tradicional no es un eje estructural, organizativo, social, económico, relacional y emocional que pueda evaluarse en ese sentido. Es un grupo de personas en toda su individualidad y por tanto, no analizable y subjetivo. El famoso “no generalices” y el “no todos” cuando se habla de sociología, que sería como decirle a un matemático que no despeje la X, suele ser el típico mantra de los negacionistas. La sociología generaliza porque es el estudio de las masas. Extrae informaciones y pautas colectivas para entender las sociedades en su conjunto, luego esos datos se pueden poner en común, pero la generalización es el método habitual de cualquier rama del conocimiento que observa el funcionamiento de una incógnita dinámica. Por eso decimos que vivimos en una sociedad patriarcal y el feminismo no deja de ser eso, un enfoque sociológico de un eje de discriminación.


No a las políticas de igualdad: este modelo explica que la sociedad sí puede ser machista, pero que avanza de forma natural a una evolución del pensamiento no machista. Pongo un ejemplo: imaginad que nace un río, en función de la fuerza que tenga el agua, su erosión, cauce y el espacio que abarque dependerá de ello, entonces el agua como símbolo del pensamiento “no machista” va tomando forma y fuerza sin necesidad de intervenir en él. Es la política del no intervencionismo. No hacer nada es mejor y tenemos que esperar a que las cosas mejoren, porque siempre han mejorado sin necesidad de invadir espacios naturales de desarrollo. El cambio surge solo, las sociedades cambian porque sí y todo pasa por algún motivo. Es un pensamiento completamente irracional, porque la razón, los hechos y las pruebas muestran todo lo contrario. Sin leyes que favorezcan la inclusión de las personas con diversidad funcional, éstas no habrían trabajado en su vida, sin el análisis de sus rasgos y características, jamás los hubiéramos entendido y jamás hubiéramos abordado esta problemática para su inclusión efectiva en el mundo.


Las locas: culturalmente los hombres proporcionan los bienes materiales y las mujeres los bienes emocionales. Serían los roles tradicionales típicos del hombre y de la mujer en el entorno del hogar. Es muy fácil observarlo si analizamos -sin mucho detenimiento- la historia, la publicidad, la educación… El hombre viene de trabajar y la mujer da calor al hogar. También es muy visible en las rupturas matrimoniales o relacionales, porque el principal problema de las mujeres es material y el de los hombres emocional. Por tanto, es perfectamente coherente que en un movimiento en que las mujeres impugnan su papel en el mundo, se les atribuya algo así como una enfermedad mental, como si las mujeres que no quieren tener hijos, dar calor al hogar, encargarse de su marido o simplemente defender la libertad de decidir sobre tu propia vida, sean mujeres desnaturalizadas. Es un modelo negacionista, porque niega rotundamente el motivo político del feminismo y lo reduce a un acto de histeria. En todo su significado, porque “histeria” procede de “histeros” que significa útero.


Hembrismo: No es que los hombres asesinen, violen, torturen, discriminen o minusvaloren a las mujeres, sino que son ellas las que nos odian a nosotros. El miedo a que nos quiten lo nuestro, cambien nuestra forma de ser y de pensar, reduzcan nuestras libertades y nos pasen por encima es lo que motiva la idea del “hembrismo“. Si aplicamos la paridad, ahora resulta que contratamos a mujeres solo porque son mujeres. Como si no se contrataran a hombres solo porque son hombres. No habré visto yo a hombres que son contratados para evitarse posibles bajas maternales ¿eso no es contratarte porque eres hombre? Por lo visto no, eso es mérito laboral y académico. Da igual si está demostrado que las empresas paritarias funcionan mejor, da igual. Lo importante es parar a estas feminazis que nos odian. Es una forma de negacionismo, porque dan a entender que el feminismo es la invasión indebida de espacios masculinos y el intento -bastante fallido por otra parte- de conquistar espacios históricamente femeninos por parte de los hombres, como el hogar. Si también eres discriminado en primera instancia como ellas, tienes margen y espacio de debate, tienes opinión con conocimiento de causa y la persona que rechace tus explicaciones, simplemente, es insolidaria con dicha causa. No es solo que nieguen el machismo, sino que se inventan su propia categoría social para victimizarse. Del mismo modo que el maltratador hace creer a la víctima que la que le maltrata es ella a él. Lo mismo.


Pero entonces ¿Qué es la violencia y la discriminación según un negacionista?

La violencia y la discriminación -desde la percepción del negacionismo- es el acto de hacer daño a otras personas de forma completamente arbitraria, sin motivación, causa, consecuencia o cualquier forma de socialización… solo violencia, como único origen biológico connatural de esa misma realidad. Todas las personas somos naturalmente violentas, por tanto, todos somos potenciales víctimas o agresores. Y… ¿la realidad cualitativa y cuantitativa? Una simple y burda manipulación con el único objetivo de culpar a los hombres.

Por tanto, lo que rige el negacionismo de la discriminación es:

1. No hay buenos ni malos

2. No hay fuertes ni débiles

3. La discriminación no indica poder

4. El poder no es sinónimo de hegemonía

5. El poder es natural, se da en la naturaleza

6. No hay hegemonías políticas, culturales, sociales y/o económicas de ninguna clase y si las hay son necesarias.

7. No hay desequilibrio de poder o es subjetivo

8. No hay normatividad social

9. No hay reglas, todo se basa en el principio de arbitrariedad

10. Subjetividad como único indicador.


En el negacionismo es común que los movimientos sociales sean sinónimo de tiranía y la tiranía de siempre sea libertad, fascistas llamándose libertarios o anarquistas, retrógradas de los mass media luchando contra la "corrección política", grupos pedófilos y grasosos repletos de "librepensadores" son solo un ejemplo de ello; en otras palabras, hacer desaparecer el feminismo es sinónimo de eliminar la tiranía, y, por tanto, visibilizar es imponer, un beso de lesbianas o el derecho a caminar sin ser piropeada es "imponerles una ideología", es decir, se identifica tiranía en la libertad de elegir..


Si rascamos un poco nos encontramos con el miedo a ser considerado racista, machista, homófobo o cualquier otro rasgo “culpabilizador” considerado “malo” y como tal, nadie quiere identificarse con algo peyorativo en ese nivel y silenciamos voces críticas con el objeto de velar por nuestro honor como un privilegio irrenunciable. Donde hay miedo no hay razón y tampoco pensamiento crítico. Por eso hay miedo a que te acusen de machista, pero no a serlo.


Para acabar  lo que lo explica bien es: “la disonancia cognitiva”.


Hablo de disonancia cognitiva porque es lo que me resuelve mejor este lío. Un pensamiento disonante implica una desarmonía interna en un sistema de creencias. Es decir, son pensamientos que conviven en una constante contradicción, por tanto, hay claras incompatibilidades y contribuimos a construir una red de ideas que nos ayuden a reducir la tensión. Os pongo un ejemplo: Todo el mundo busca el éxito en la vida, ya sé que el éxito es relativo, pero imaginad un éxito vuestro que quisierais conseguir. Si no ha sido así, significa que habéis experimentado el fracaso. El éxito y el fracaso son pensamientos disonantes, contradictorios e incompatibles. El feminismo genera disonancia. Tenemos muy interiorizado el machismo, hasta la raíz como decía la canción y la prueba de que la disonancia existe es la reacción para reducir tensiones. Tener razonamientos disonantes puede llevar por varios caminos, pero en resumen: aceptar o rechazar, como un órgano trasplantado. Si aceptamos e integramos el feminismo, dejaremos paulatinamente de ser machistas, si no lo integramos, fletamos un bus en el que llamamos nazis a las feministas para reducir esa tensión.


Lo relevante de esto, no es la disonancia de la extrema derecha. Lo relevante es que si el feminismo genera esta forma de disonancia que hemos llamado "negacionismo" es que efectivamente el machismo SÍ existe.


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