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  • Foto del escritorAgustina la prende pueblo

¿Cómo actuar contra la opresión sin opresores nombrables?

El feminismo no puede y no debe construir a los hombres como sus enemigos naturales, el enemigo no son los hombres, es el patriarcado (Rita Segato)

Traducción: Los hombres están dispuestos a ayudarlas, siempre y cuando no digamos que son el problema. Y vaya que eso es un problema...


Nadie en el mundo va a pronunciar un discurso y hará una pausa aclaratoria cada vez que alguien se sienta aludido; entiendo que con tantos siglos de tercerizarnos el trabajo emocional ahora crean que con cada cosa que hacemos se debe cuidar el ego masculino y bajar el tono, pero eso es algo que la mayoría ya superamos, y no vamos a esperar a que sus cerebros quieran procesarlo. Cualquier intento de ocultar el carácter generalizante de un problema social es una clara muestra de trolleo, o la brillante capacidad dilatante que tienen ciertas personas para absorber tus energías y evadir el punto cada vez que se quiere abordar. Como personas medianamente activistas comprendemos conceptos tan básicos como el de la opresión y el privilegio, conceptos que existen y son sin importar que tu padre, hermano, esposo o compañero lave los platos en casa o cambie los pañales de su hija o como suelen decir algunos "nacimos de una mujer", porque al parecer, a Alfredo Garavito o a Uribe Noguera los parió el culo de un camello. Las investigaciones o estudios que muestran realidades sociales y radiografías poblacionales basados en estadísticas existen por esta razón, así se clasifican en bases de datos para el diseño y aplicación de políticas públicas, en aras de que permitan leer la realidad de un país o de un sector. No puedes decirle al DANE o a PROFAMILIA que no generalicen, así no funciona esto; si te dicen que mas de la mitad de las madres del país son solteras o cabezas de familia, es porque existe una cuestión con la paternidad en Colombia y no tiene sentido pelear por eso.


Pero supongamos que en una realidad alterna, una duda genuina, mediocre, pero genuina, sea la de comenzar a ser discriminado por ser varón, solo porque a un grupo de locas les dio por decir que el patriarcado y sus manifestaciones (machismo, sexismo, misoginia, etc...), afectan a las mujeres negras. Si nos apartamos un poco de los debates hartos que llevan horas y horas tratando de negar una verdad obvia, el panorama es estúpido, pero para ellos que están metidos hasta la médula en la película de las denuncias falsas y el matriarcado negro, si tiene sentido.


Cuando una plaga comienza a matar personas, lo natural es buscar su exterminio, sin embargo a ninguna feminista ni le interesa ni se le ha pasado por la cabeza exterminar a los hombres, a pesar de que según la Intermón Oxfam, siete de cada 10 mujeres en el mundo sufrirá violencia física o sexual por parte de ellos en algún momento de su vida. Entonces ¿Cómo puede existir esta clase de miedo sin fundamento, en la cabeza del género al que le fue adjudicado el don de la razón? Es un tanto hipócrita que ahora le digamos a las mujeres que hablar de la violencia que perciben de los hombres de su entorno puede leerse como resentimiento, o que tienen tanta influencia como para poner al planeta entero a la defensiva, cuando nuestras madres nos criaron diciéndonos que hombre no es familia, que los evitemos, que anduviéramos tapaditas porque uno nunca sabe, sin que nadie se ofendiera, sin presunción de inocencia!

La lectura patriarcal de un espacio afrofeminista que trata de forjar una postura política en las mujeres negras fuera del radar masculino, resulta en ver como "radical" cualquier cosa en donde se les excluya, una causa tendrá norte y sentido en la medida en que ellos existan como sujetos de esta, ya saben, necesitamos que nos aporten ese toquesito de objetividad que tanto nos hace falta. Incluso cuando tienen la decencia de autoeducarse y reflexionar como a muchas de nosotras nos tocó, nos dicen que son incapaces de llevar un proceso de desconstrucción por cuenta propia sin los aplausos de sus focas, o a fin de cuentas borran por completo su papel como favorecidos frente a las mujeres para predicar el mensaje por excelencia de las nuevas masculinidades "nosotros debemos cambiar porque somos las victimas". Tradicionalmente la mujer negra se ha significado a través de su "comunidad" así que este tipo de reflexiones resulta en pedirle peras al olmo pero aun me parece curioso que lo doméstico, la cocina y la partería, por ejemplo, sean harem, es decir, espacios exclusivamente matrilineales y matrifocales, espacios marcados categoricamente dentro de la división sexual del trabajo en nuestras tradiciones, y que a pesar de todo nadie le llame a eso "radical" ni se queje del separatismo que dichos roles traen consigo. Quizá, esta paranoia sea el fruto de la ansiedad de alguien que ve una amenaza en la militancia femenina, los círculos de sanación menstrual con énfasis en bordado espiritual no molestan a nadie.


En ese orden de ideas, la palabra "enemigo" es relativa, y más si adjuntamos todo el bombardeo mediático antifeminista de las redes sociales durante los últimos 10 años a manos de alt-rights; para un canario, un gato es su enemigo, no porque vaya a ser atacado por cada gato al que se encuentre o porque todos los gatos coman canarios, si no porque en la cadena alimenticia, este también es su depredador. Cada sistema de opresión tiene un sujeto -y un objeto-, el sujeto activo beneficiario del sistema patriarcal es el hombre y esta dinámica de poderes no cambia en contextos racializados: nos matan, violan, acosan, maltratan, abusan y callan como lo haría cualquier otro hombre, tal como siempre nos lo han dicho, independientemente de que aprovechen o no la oportunidad cada vez que se les presente, o como diría la escritora Bell Hooks "Los hombres negros son victimas del racismo, pero el sexismo les permite actuar como opresores y explotadores de mujeres negras", de las frases que SI deberían estar repitiendo, de hecho. Es increíble como todos olvidan lo conveniente que resulta el black-on-black crime para el supremacismo blanco, al punto de usarlo como justificación para negar una realidad palpable cada vez que nos proponemos visibilizarla, saben que es mas probable ser encarcelado por marchar en una protesta pacífica que por propinarle una golpiza a una mujer negra, y sin embargo usan el chantaje emocional, en nombre de la unidad y la hermandad, para evitar las consecuencias. Definitivamente, algo anda mal con aquella que se queda al lado de su abusador "para no dividir a la familia", no necesitamos una metáfora para eso, se lo decimos todos los días y la culpamos por ello.


No puedo imaginarme entonces, cosas como "nuevas blanquitudes"; no puedo imaginarme a los marxistas diciendo que el capitalismo no es la burguesía, porque "todos tenemos algo de ávaros en nuestro interior", y demás prédicas de película que he escuchado decir a mas de un "compañero de base". Si claramente me beneficio todos los días de lo que las mujeres a mi alrededor producen es comprensible que lo perciba como odio cuando me lo quieren quitar, y si, entiendo nuestra necesidad -heterosexual- de aclarar a cada segundo que no los odiamos (realmente les excita que se los digas), pero noticias, ellos ya lo sabían, van a leer como odio cada paso que damos, y eso no va a cambiar ni hoy ni en 50 años. Si nuestras decisiones y acciones se basan en el visto bueno masculino, es obvio que nunca querrán que salgamos de ese lugar, no son estúpidos, ningún ladrón te va a decir "yo robé", y eso es algo que las mujeres negras aun no logramos entender por andar detrás del sueño wakandiano; incluso cuando formalmente aceptan que la liberación de la mujer es necesaria nada les impide que busquen a la sumisa para explotarla, al fin y al cabo todo hombre violento ha defendido los derechos de las mujeres alguna vez. Los hombres estudiosos veteranos en las luchas sociales que rondan los 40 o 60 años, que han vivido absorbiendo todo el conocimiento que las mujeres negras han soltado a través del tiempo, y que a estas alturas de la vida andan por ahí callando jóvenes de 19 años porque "están generalizando", es fiel prueba de que nuestra inversión no dará frutos.


Es muy gracioso vernos brillar al hablar de slutshaming, bodyshamming, colorismo, elitismo académico, clasismo, lesbofobia, transfobia, bifobia, relaciones interraciales y hasta la discriminación por texturas de cabello, cuestionándonos todo el andar en aras de identificar esas dinámicas de poder que se dan entre mujeres negras y ejecutar acciones afirmativas para aquellas que no corren la misma suerte, casi como una penitencia a veces. Pero cuando llega la hora de denunciar la violencia que vivimos no existen ni privilegiados ni opresores nombrables, nisiquiera cuando se trata de un delito punible; es mas, que estemos rodeadas de hombres mas o menos decentes es una hazaña digna de admirar, porque en el fondo admitimos que la excepción confirma la regla. Hay algo de activismo en tu misoginia querida... ¿A qué le tendremos miedo?


Mientras adquiría consciencia feminista me despedía dolorosamente de personas, lugares, paradigmas y prejuicios, me disculpaba mil veces y me explicaban por donde pisar, me alejaba de mis familiares, ganaba enemigos y añadía estrés a mi vida, y después de todo ese trabajo interno y el cansancio emocional, resulta que los frutos de la cosecha serán aprovechados por hombres que no necesitan incomodarse nisiquiera un poco para cuestionar el lugar que ocupan. Si el objetivo de todo esto es prescindir de la ventaja catárquica que nos regala la indignación pública en un mundo en el que las mujeres negras no tienen ni voz ni voto, porque aun muchas de ellas creen en el proyecto de "comunidad negra" y creen que hacen parte de esta ¿Cuales son las medidas que se están trazando para protegerlas más allá de las formalidades normativas? Sin un peso en el bolsillo y sin ningún recurso o apoyo colectivo a la mano he tenido victimas de violencia machista escondiéndose con sus hijos en mi apartamento, sacando dinero de no se donde para mandarlas lejos. No puede existir una ruta coherente y sustentable si en primer lugar, nos repiten, cada vez que pueden, que no somos prioridad, y menos aún cuando al establecer nuestras propias prioridades estas son leídas como odio.


La justicia ordinaria patriarcal, esa de la que prescindimos con orgullo al hablar de soberanía étnica, es la que, en todo caso, decide quien es el opresor, aunque realmente su trabajo consista en hallar al agresor; pero incluso cuando lo encuentra, esa no es la solución, porque son nuestros cuerpos los que deben cargar con el peso de un sistema penitenciario racista incapaz de crear un ambiente propicio para la re-inserción. Los opresores solo existen al momento de rehabilitarlos, de educarlos y pedagogizarlos, ahí si adquieren nombre y forma, ahí si es claro que debemos invertir en LOS SUJETOS, en ellos, para que no nos saquen los ojos, para que sean buenos aliados. No parecen muy ofendidos cuando donamos nuestro tiempo y recursos para tal causa, cuando damos por hecho que necesitamos repararlos porque nos están rompiendo, la solución idónea a un problema que no existe al parecer. El patriarcado es un fantasma errante desesperado por poseer un cuerpo contra su voluntad, las arengas se gritan al aire, los talleres no tienen oyentes, las campañas de conscientización no tienen un consumidor final, porque "las mujeres también" los asesinan, los violan, los golpean, los arrinconan, los silencian, no el ejercito, no las bacrim, no el estado, ni la discriminación, tonta yo... Nosotras, siempre fueron las mujeres negras; bueno, al menos cuando necesitan buscar un culpable para su propio lío, el resto del tiempo recobran el sentido.


Respeto el recorrido de cualquier mujer negra cuya maroma mental concluya que los hombres no necesitan saber que la cosa si es con ellos, casi por diplomacia, seguramente necesitan conservar un lugar y realmente no estoy en condición de exigirles que arriesguen todo lo que han podido acumular; pero también es cierto que existen unas diferencias en los términos de los contratos generacionales que nosotras hoy no estamos dispuestas a negocear y la verdad deberían dejar de intentar que lo firmemos, porque no sucederá; no porque no tengamos idea de lo que venimos hablando, ni porque necesitemos que nos guíen por el camino de la luz y la virtud, y mucho menos porque seamos niñas caprichosas con ganas de llamar la atención; mas bien porque somos mujeres negras, que sin importar desde que trinchera estemos resistiendo, todas hemos vivido la violencia machista en algún momento de nuestra vida, o durante todo esta, y no vamos a pedirle permiso a la ley 70 para luchar contra ella.

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